miércoles, 30 de julio de 2008

Los terroristas islámicos no parecen ser fanáticos religiosos

Muchas veces se "vende" que la religión es el origen de todos los males del mundo y, entre ellos, se pone como ejemplo el terrorismo islámico. Yo siempre he pensado que en las sociedades que tienen mucha influencia de la religión lo que sucede es lo contrario: que la gente que quiere obtener mayor cuota de poder "se sirve" de la religión para captar la atención y el favor de los creyentes.

Hoy leo en "Religión en libertad" una información que proviene de la la agencia Zenit y de la que se deduce que "los lugares de culto de las religiones se han convertido en objetivo de los atentados terroristas en Iraq". Así "de 2003 a 2007, los lugares de culto que se han convertido en objetivo de ataques han sido 350: 313 mezquitas, de las cuales 219 chiíes y 94 suníes, y 41 iglesias cristianas".

Dicha actitud no sólo choca con las reuniones que se llevan a cabo desde hace más de veinte años de miembros muy destacados de distintas religiones para rezar por la paz, en las que se encuentran el Papa, como representante de la Iglesia Católica, con musulmanes de distintas confesiones, ortodoxos, protestantes de distintas confesiones, el Dalai Lama, hinduístas..., sino que choca también con el absurdo de que los objetivos de dichos ataques sean precisamente los creyentes practicantes de dichas religiones y los lugares de culto.