miércoles, 19 de septiembre de 2007

Sobre "tolerancias", "fanatismos" y la imposibilidad de alcanzar la libertad del hombre desde el relativismo

He leído hoy un artículo que me ha gustado mucho. Lo transcribo íntegro y pongo en negrita la parte que más me ha gustado:

"Verdad y libertad

Si el fanatismo es una patología moral, no puede proceder de la verdad sino del error

Ignacio Sánchez Cámara.

Una reciente exposición que se exhibe en Madrid pretende fomentar la tolerancia y el diálogo entre las religiones. No es mala pretensión, pero el precio de la tolerancia y la convivencia en paz no puede ser la renuncia a la aspiración a la verdad. La verdad no sólo no perjudica a la libertad, sino que es condición inexcusable de ella. Lo que la deteriora y aniquila es el error. A veces parece que de lo que se trata es de excluir la posibilidad de la verdad religiosa y moral. Como si todo hombre que aspirara a la verdad, fuera en definitiva un fanático.

Si el fanatismo es una patología moral, no puede proceder de la verdad sino del error. Él mismo es un error. Tampoco se encuentra vinculado especialmente a la religión. Hace pasto de aquello que más importa a los hombres (fanáticos). Puede ser la religión, pero también la ideología, el deporte o la familia. El fanatismo es una cualidad de la persona, no algo relativo a algún ámbito especial de su interés.

Pocas cosas hay tan absurdas como la pretensión de acabar con el fanatismo por la vía de la erradicación de todas las religiones. También se olvida que muchos de los males que se imputan a las religiones no le son imputables a ellas sino a los poderes políticos que las utilizan para sus fines de dominación.

Los enemigos del cristianismo, y de la religión en general, aprovechan para sus fines la existencia del fanatismo religioso. Y utilizan el argumento contra todas las religiones. Un argumento que no emplearían para proscribir el deporte, aunque haya violencia deportiva; ni la familia, aunque haya violencia familiar; ni la política, aunque haya violencia política. Y lo utilizan contra todas las religiones, sin hacer distinciones entre ellas.

Pero tratar de manera igual lo que es desigual, es camino seguro hacia la injusticia. No todas religiones son igualmente fértiles a la hora de generar violencia e intolerancia. No es lo mismo, en este sentido, el cristianismo que el islam, ni el budismo que el judaísmo. Ninguna otra religión como el cristianismo ha promovido la democracia, la separación entre la iglesia y el Estado y la tolerancia.

La prueba es que apenas existen democracias en naciones que no hayan vivido bajo una prolongada influencia de la cultura cristiana. Por eso resulta absurda la animadversión hacia el cristianismo que exhiben la mayoría de los progresistas y laicistas que tratan por igual a todas las religiones, cundo no culpan al cristianismo de unos errores mucho más imputables a las demás. Ninguna otra religión ha fomentado tanto la dignidad de la persona y el valor de su libertad, la existencia de derechos inherentes a la persona, y la necesidad de la tolerancia y del diálogo entre las religiones.

La verdad no es enemiga de la libertad. Por el contrario, es condición esencial de ella. No hay peor servidumbre que la del error. Precisamente por eso el relativismo no sólo no es aliado de la tolerancia sino que es enemigo de ella, porque o bien la destruye, o bien la hace irrelevante o innecesaria.

La destruye porque una tolerancia absoluta actúa contra ella misma. La hace irrelevante o innecesaria, porque sólo es necesaria la tolerancia si existen la verdad y el error. Se tolera lo que se considera equivocado, pero aquél que niega la verdad no necesita la tolerancia.

Fanático no es quien cree vivir en la verdad, sino quien pretende imponerla por la fuerza a los demás. No hay peor fanatismo que el de quienes niegan la posibilidad de la verdad. El relativismo no es un aliado de la tolerancia, sino que socava y destruye sus cimientos."

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